“El horizonte del trabajo del abogado es universal, es la superación de un mundo vertebrado por la desigualdad económica y de derechos. Desde esta perspectiva humanizadora es desde donde hay que situar que una autentica pasión por la justicia supera y está profundamente ligada a una compasión por los más pobres[1].”
En la película pudimos percibir cómo la justicia de aquélla época decidía a partir de pruebas insuficientes y violando garantías mínimas que hoy constituyen derechos fundamentales y derechos humanos. Sin embargo, esto aún no podemos describirlo como “historia”. Lamentablemente, hasta nuestros días, el acceso a la justicia es un privilegio de pocos.
El profesional letrado, en este escenario, debe actuar de acuerdo a mínimos morales y conforme la ley. De esta forma, la igualdad ante la ley, la prohibición de discriminación arbitraria, el derecho a defensa, el derecho a un debido proceso, son las normas establecidas para garantizar una defensa digna y humana y los mínimos morales están establecidos en el Código de Ética Profesional.
En el film, el protagonista Atticus Finch decide asumir la defensa del imputado de tez negra y por eso, se ve envuelto en lo que para la sociedad de esa época es, la defensa de un cliente impopular. Finalmente el protagonista se ajusta a una postura éticamente correcta en la profesión legal. Su acción se conforma a las normativas de nuestro Código de Ética Profesional (tanto el de 1948 como el recientemente aprobado) y a principios establecidos en nuestra Constitución Política de la República, pues existe la libertad de elegir si se toma la defensa de un determinado acusado (artículo 8° del Código de Ética), pero esta decisión conlleva el desempeño del cargo conforme a los deberes y estándares propios de la relación entre abogado y cliente, debiendo anteponerse el interés de este último al del abogado mismo.
El protagonista asume la defensa del cliente que para la sociedad es culpable desde antes de existir una sentencia que así lo declare, quien es también alguien que no goza de credibilidad por pertenecer a una minoría inserta en una sociedad profundamente racista. El abogado asume una posición moralmente correcta, aunque conoce las desventajas que esto traerá a él y su familia. Hay detrás de ésta defensa un perjuicio social para el abogado y su entorno, pero sabe que aunque exista ésta presión social, lo correcto para él será emprender la defensa de éste imputado de la mejor forma posible, tal como ordenan las normas éticas analizadas respecto de la defensa de un cliente impopular.
Según Aristóteles, las virtudes son hábitos operativos buenos, por lo que nadie nace virtuoso, sino que se van alcanzando mediante el esfuerzo, la experiencia, la lucha y la educación.
La importancia de la ética en la profesión jurídica consiste, pues, en un compromiso con la sociedad para proporcionar a través de sus profesionistas y de su formación, un país de desarrollo humano, con bases de solidaridad y equidad. Por consiguiente, el interés público será la base ética que debe privar sobre el interés privado e institucional[2].
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pene
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