Con la tecnología de Blogger.
RSS

¿Deseas ver el filme? ¡Te dejamos un link!



Comentarios de la crítica cinematográfica:

"Atticus Finch no hacía nada que pudiera despertar la admiración de nadie: no cazaba, no jugaba al póker, no pescaba, no bebía, no fumaba... Se sentaba y leía". Así describía Harper Lee -en boca de la hija- al protagonista de su celebrada novela Matar a un ruiseñor (1960), galardonada con el premio Pulitzer. Posteriormente, en 1962, Robert Mulligan dirigió la película homónima y Gregory Peck realizó una caracterización de Atticus tan convincente, que la Academia de Hollywood le concedió el Oscar ese año. Además, obtuvo otras dos estatuillas de otras siete nominaciones más. La acción se sitúa en un pueblecito de Alabama, donde el racismo es moneda corriente; allí, un íntegro abogado blanco, viudo y con dos hijos pequeños, decide defender a un negro de un presunto delito contra una joven blanca. Muchas son las bazas del film: la riqueza del guión, la esmerada puesta en escena, la magnífica banda sonora de Elmer Bernstein, las interpretaciones... ¿Que la historia es moralizante y políticamente correcta? Es lo de menos. Por encima de todo se trata de una película para todas las edades, nostálgica y evocadora, tierna y dura a la vez, que inmortaliza a Atticus Finch como el padre favorito de todos los cinéfilos."

Juan Jesús de Cózar, en línea, http://www.filasiete.com/dvd/matar-un-ruisenor




‘Matar a un ruiseñor’ es una de esas películas para las que el término de obra maestra parece quedarse corto. Su mirada va más allá de lo que son los recuerdos infantiles que rememoran noches lejanas de verano —una de las constantes del cine de Mulligan—, se adentra en ellos con un facilidad pasmosa, y trata de tú el enfoque de un niño ante las incomprensibles actitudes de los adultos. Sirva como ejemplo el momento en el que varios habitantes acuden a la cárcel para linchar a Tom Robinson y las preguntas inocentes de Scout hacen que se avergüencen de lo que iban a hacer, dejando a Atticus con el sabor del orgullo en sus labios. Al igual que ese reloj roto que representa lo efímero del tiempo, o esa mágica banda sonora de Elmer Bernstein, que representa la infancia, y varía según los estados anímicos a partir de las mismas notas, los hijos de Finch dejarán de ser niños algún día, y esa muestra de madurez prematura es señal inequívoca de ello."

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

0 comentarios:

Publicar un comentario